viernes, 12 de agosto de 2011

VIDA DE UNA ADOLESCENTE

Las relaciones se pueden dar por diferentes razones, como pueden ser enamoramiento, obligación, o necesidad. Pero al final uno siempre elige.

Todo empezó cuando entre a la secundaria, al principio me empezaba a adaptar a las reglas y normas que exigía la escuela, con el paso del tiempo me fue valiendo gorro lo que me dijeran así como  las consecuencias que podían tener mis actos.

Creo que como todos los chicos y chicas,  yo también quería pertenecer a un grupo de amigos “cool” pero sabía que eso llevaría tiempo y que tenia que pasar por ciertas circunstancias que me cambiarían la vida, pero, no me importo.

Yo era una chica muy divertida, siempre me ha gustado bailar en las fiestas y me gusta darme a notar, no suelo ser la chica apagada, que dice si a todo, bueno eso creí je,je
Empecé a tener muchos novios, me arreglaba para sentirme guapa entre todas las chicas, no me costaba trabajo socializar con la gente, así que rápidamente me convertí en una chica popular; conocía a todos los de la escuela, incluso una vez un chico se peleo por mi, creo que estaba pasando por una etapa donde los chicos me buscaban, les gustaba y me sentía deseada.

Tenía pocas amigas pero una de ellas la consideraba como mi hermana, siempre nos contábamos todo y nos divertíamos mucho juntas. Una vez empezamos a clasificar a los chicos que nos gustaban mucho, empezamos con los del salón, yo, como siempre fui la primera en escoger a los chicos, y me fije en uno que sinceramente estaba un poco feo, no se,  simplemente me gusto.

Después de un tiempo me di cuenta de que ese chico vivía cerca de mi casa, pero yo en ese entonces tenia novio, así que no me fijaba mucho en él , después de un tiempo empecé a tener problemas con mi novio. Un día lluvioso, el “otro chico”, se ofreció a  llevarme a mi casa, yo?, ¡¡claro que acepte!!.

Íbamos en su carro con sus primos, me dejaron en la puerta de mi casa, y después el chico me pregunto que si podía verme al rato, yo estaba nerviosa y sin pensar en nada, dije ok, si esta bien, acepto ah genial!. Esa tarde fue a visitarme estuvimos platicando de muchas cosas, y así fue sucediendo día con día, el iba, me buscaba y yo salía, y así paso hasta que corte con mi novio y empecé a andar con,  “el otro chico”.

Al principio fue lindo, porque el iba en mi salón, nos veíamos diario, pasaba por mi para llevarme a la escuela, me daba cartas, me abrazaba, me buscaba mucho, y yo aceptaba siempre cualquier cosa que el me diera o me propusiera.
Después de 2 meses me entregue a él, y la verdad no fue lo que yo esperaba, lo hicimos en la casa de un amigo.

Aun recuerdo que después de aquella vez, mi comportamiento fue mas sumiso hacia él, y cada vez que nos buscábamos era para tener relaciones, claro que yo nunca lo vi de ese modo, yo solo me dejaba llevar por el momento, al cabo del tiempo me empecé a alejar de mis amigos, en especial de “mi hermanita”, tanto nos alejamos que nos terminamos peleando a golpes, y  me cambiaron de turno matutino al vespertino, también me aleje de “mi chico”, por el cambio de turno, así empezó mi nueva vida, lejos de la gente que quería.

Ya después me entere de infidelidades por parte de mi chico, yo me ponía muy furiosa y así empezó la desconfianza de mi hacia el, los celos enfermizos, humillaciones, gritos, jaloneos.

Con el paso del tiempo estuvimos dentro de un circulo vicioso, del cual ninguno de los dos podíamos salir, un día me di cuenta de que mi chico consumía drogas, yo no sabia ni siquiera fumar, pero aprendí, y no solo a fumar, sino también a tomar, a preparar churros de marihuana, a meterme cocaína, a sentir la sensación de consumir PBC.

Las drogas tuvieron cierto efecto en mí, al principio yo no creía que las drogas se me hicieran vicio, porque yo sentía que no tenia problemas en mi vida, digo, las discusiones en una relación siempre se dan, y a veces golpes porque te enojas pero no pasa nada, mmm….  que tonta forma de pensar.

Alos 7 meses de seguir con mi chico, pensé que estaba embarazada, pero fue una falsa alarma, en eses entonces yo quería un bebe con él, pero  no sabia si era buena idea o no, teníamos planeado irnos a vivir juntos, pero tampoco se pudo.
En mi casa se dieron cuenta de que algo no iba bien conmigo, desde que me cambiaron de turno, pero al igual que a mi, no les importo mucho.

Mi novio y yo terminamos varias veces al igual que regresábamos, nos drogábamos juntos, teníamos relaciones sexuales sin protección, nos peleábamos seguido, nos decíamos groserías, pero yo estaba con el ¿porque  me sentía “bien”?, de hecho habían veces en las que terminábamos y en ese momento yo lo iba a buscar para pedirle perdón por cosas que yo no hacia, pero bueno estaba enamorada ciegamente de él, así que todo por mi novio…

Al llegar a los 9 meses toque un punto donde yo de plano estaba mal; no tenia amigos, en mi casa solo me regañaban, no me dejaban estar con mi novio, siempre mandaban a llamar a mi padre en la escuela, llegaba como a las 11 de la noche a mi casa, convivía con personas drogadictas, y mi relación sentimental cada día estaba peor, mas golpes, mas gritos, mas enojos, mas celos enfermizos.

Al llegar a los 11 meses, corte con Diego, porque me había sido infiel con una chica que yo  odiaba mucho, volvimos a terminar, yo me sentía muy desilusionada de él y de mi porque me preguntaba que había echo mal,  que no le di, que le hizo falta.

Se me fue el tiempo en pensar, así que no salía desde ese entonces, yo quería estar sola sin que nadie me molestara, sin darme cuenta, entre en una depresión, mi madre lo noto y me sugirió que me fuera con mi papá por un tiempo una parte de mi no quería, pero sabia que era lo correcto.  

 Después de un tiempo me fui con mi padre sin decirme nada me enseño un folleto de un curso sobre adicciones, yo entendí la indirecta y no quería ir, porque me daba miedo poder enfrentar una situación tan difícil, no sabia que me iban hacer o ha decir, a lo mejor me internan y me separan mas de mis padres y ya no me dejan verlos, me empecé a llenar de preguntas y de miedos, pero también muy dentro de mi lo quería intentar.

En la escuela me acerque a mi orientadora y le platique mi situación y del folleto que me mostró mi papá, ella me sugirió que fuera a una terapia y que eso me ayudaría a conocerme de verdad y así podría valorarme, lo cual me serviría para no decidir por cosas o personas que me dañarán.

Allí habían muchos chavos de mi edad, y había uno que otro mas dañado que yo, me empezó a gustar porque me respetaron mucho tanto mi forma de ser, como los pensamientos que tenia, pero siempre ayudándome y aconsejándome en cosas positivas que sabia me iban hacer útiles además de que nunca me pedían decir algo que no quisiera decir, y me gusto poder conocer gente que al igual que yo, iba con el objetivo de rehabilitarse.

Ahora considero que esa ayuda me ayudo mucho a encontrarme conmigo misma, a saber que cosas me gustan y que otras cosas no tanto, como poder enfrentarme a mis problemas sin necesidad de huir a ellos y refugiarme en las drogas, me enseñaron a hablar y no ha quedarme callada. Después de que me dieron de alta regrese a mi casa con mi madre, ella me noto diferente, estaba muy orgullosa de mi por lo que había logrado.

Tres meses después me volví a encontrar con Diego, me vio y se acerco a mi preguntándome donde había estado y porque nunca le marque, le conteste que me había ido con mi padre y que jamás tuve tiempo para marcarle, recuerdo que desde esa vez, el volvió a hacer tierno conmigo, atento, gentil, me empezó a respetar como nunca lo había hecho, pero siguió con su problema de adicción, me propuso intentarlo de nuevo pero algo de lo que había aprendido era que una enfermedad como la drogadicción lleva tiempo curarla, y yo no estaba dispuesta a estar cuidando de un enfermo, ni mucho menos arriesgando mi vida.

Le dije que no quería regresar con él y hasta la fecha el me sigue buscando. Tiempo después entendí porque el  empezó a comportarse tan lindo conmigo y eso se debió a que entendí LO MUCHO QUE UNA MUJER VALE.

Claro que me costo trabajo QUERER alejarme de lo que me hacia daño, pero esto si es parte de la vida, caminar, correr, y tropezar. Pero siempre ACOMPAÑADA de alguien que te quiere mucho para ayudarte a LEVANTARTE.

“”ENCIENDE TU LUZ”

Más de tres décadas atrás, yo era un alumno de segundo año en la escuela secundaria grande en el sur de California. El cuerpo de tres mil doscientos estudiantes era un crisol de diferencias étnicas. El ambiente era difícil. Cuchillos, tubos, cadenas, mitones de bronce y en ocasiones, revólveres con silenciador era algo común. Las peleas y las actividades de las pandillas eran hechos cotidianos.

Después de un partido de fútbol en el otoño de 1959, abandone las gradas junto con mi novia. Mientras caminamos por la acera atestada de gente, alguien me dio un puntapié  desde atrás. Al darme la vuelta, me encontré con la pandilla local, armada con mitones de bronce, el primer golpe del ataque sin motivos me rompió la nariz, uno de los varios huesos que se Iván a romper durante la paliza. Los puños venían de todas las direcciones mientras los 15 miembros de la pandilla me rodeaban. Mas lesiones, una conmoción cerebral, hemorragias internas. Finalmente tuvieron que someterme a una cirugía. Mi medico me dijo que de haber sido golpeado una vez mas en la cabeza, era probable hubiese muerto. Afortunadamente no lo le hicieron daño a mi novia.
Después de mi recuperación desde el punto de vista medico, algunos amigos se acercaron a mí y m manifestaron:
-¡vamos a garrar a esos tipos!-

Esa era la manera en que se “resolvían” los problemas. Después de ser atacado, se convertía en una `prioridad emparejar los tantos. Una parte de mi dijo:” ¡sii! ”El sabor dulce de la venganza” era todas luces una opción.
Pero otra parte de mi hizo una pausa y dijo: “¡no!”. La venganza no resolvía nada. La historia había demostrado una y otra vez con total claridad que las represalias solo aceleraban e intensificaban los conflictos. Necesitábamos hacer algo diferente para quebrar esa infructuosa cadena de sucesos.
Mediante el trabajo con varios grupos étnicos, formamos lo que dimos en llamar “Comité de hermandad” para trabajar en el mejoramiento de las relaciones raciales. Me asombró saber cuánto interés tenían mis compañeros en construir un futuro más brillante. No todos se convencieron de la necesidad de hacer las cosas de manera diferente. Mientras un pequeño número de estudiantes, docentes y padres se oponían en forma activa a estos intercambios culturales cruzados, más y más individuos se unían al esfuerzo de lograr una diferencia positiva.

Dos años más tarde me postulé como presidente del centro de estudiantes. Aun cuando competía contra dos amigos, uno un héroe del fútbol y el otro una personalidad muy popular en el campus, una mayoría significativa de los tres mil doscientos estudiantes se unió a mí en el proceso de hacer las cosas de manera diferente. No voy a decir que los problemas raciales se resolvieron por completo. Sin embargo, hicimos importantes progresos en la construcción de puentes entre culturas, en aprender cómo hablar y relacionarnos con los distintos grupos étnicos, en resolver las diferencias sin recurrir a la violencia, y en generar confianza en las circunstancias más difíciles. ¡E sorprendente lo que sucede cuando las personas se deciden a conocerse!.

El ataque sufrido fue, sin lugar a dudas, uno de los momentos más duros de mi vida. Sin embargo, lo que aprendí acerca de responder con amor en lugar de devolver odio, ha sido una fuerza poderosa en mi vida. Encender tu luz en presencia de aquellos cuya luz es difusa, se convierte en la diferencia que marca la diferencia.